El viejo de la montaña
Nada altera el sueño de las rocas
ni las brumas, ni el viento
ni el rélampago voluptuoso
la roca impasible
sueña.
Con el cobijo del frío
la mañana lentamente
impera a la noche a irse
y se sienta a ver sus criaturas.
El colibrí abre sus minúsculas alas
agita su alma y la mía
y vuela, disipando el polvo
vuela y el sol comienza a ascender
vuela y gotas de rocío tiemblan
vuela y las flores reconocen su nombre.
Sentada la mañana se enorgullece.
Hay historias que repetidas
hasta la eternidad
comienzan a tener sentido.
ni las brumas, ni el viento
ni el rélampago voluptuoso
la roca impasible
sueña.
Con el cobijo del frío
la mañana lentamente
impera a la noche a irse
y se sienta a ver sus criaturas.
El colibrí abre sus minúsculas alas
agita su alma y la mía
y vuela, disipando el polvo
vuela y el sol comienza a ascender
vuela y gotas de rocío tiemblan
vuela y las flores reconocen su nombre.
Sentada la mañana se enorgullece.
Hay historias que repetidas
hasta la eternidad
comienzan a tener sentido.
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abrazo