Vuelta a los limites.

Forzarme es reventarme. Hay quien lo sabe y lo respeta. Hay quien lo sabe y tienta a su suerte. Y hay una persona que lo sabe y se divierte enormemente al verme inflamarme como roncha. No encuentro nada comico en esto. La mayoria de bipedos implumes que pululan en esta atormentada esfera, come, coge, crece y muere estando pendiente de sus limites, cuidando los bordes, dando rodeos larguisimos, a veces de toda su vida, para evitar cruzarlos. Los reconocen, los pulen, los hacen ver bonitos, carajo, los presumen incluso. Y ahi estan la mayoria. Otros, apenas caminan ya estan llendo a quebrarse el hocico contra ellos. Animosamente, una, otra, mil veces se despedazan contra sus limites. Es facil reconocerlos por la sonrisa, amplia, franca, pero quebrada. Pueden tener los dientes perfectos, esto no es impedimento para que la sonrisa este quebrada,uno la ve y sabe: -Este pobre pendejo se ha hecho pomada mil veces-.Y son felices en su sempiterno intento, hasta ser un despojo, hasta ser nada. Y son un ejemplo, para los primeros, quienes los ven y pulen con mas vigor sus limites. Y luego estan los terceros, señores de brinco, amos del escape. Estos estudian sus limites, los miran, los miran. Y aqui depende de la habilidad de cada uno, y de sus sesos, pero elegantemente, un dia, ya se fueron.
Los primeros se rascan la cabeza, y se meten a oir a Luis Miguel. Los segundos se entusiasman tanto que ahi mismo pegan de brincos y se embarran de narices contra su limite. Gueyes. y los otros, vete a saber donde andan. Ni ellos saben.
Y luego esta Laura, que hoy volvio a hacer ensalada de pollo para la comida. De pollo. Minuciosamente me mira, divertida, hija de la chingada me mira. A esta yo no se donde clasificarla.