Sin defensa
Dame el lastre de tu última hora;
incendiémos el aire
dejémos nuestra sangre impregnada
en este ambiente regalado,
vámonos escupiéndo en la boca
de ese que grita su estúpida consigna.
Todo está hecho de cadáveres
en cada calle hay historias grotescas
de lentas muertas que se arrastran
al olvido, al helado limbo, a la nada.
En los páramos donde caminamos
nada se escapa de la codicia.
En cada uno de nuestros pasos
está cifrado el destino previamente decidido,
ya no por un demiurgo borroso,
si no por un conglomerado de manos,
que firman, calculan, computan
nuestras necesidades, nuestros gustos
nuestra afinidades y pasiones,
está decidida nuestra suerte
los altos y bajos
los mas altos ideales
los rapaces instintos
nuestra hambre y hora de levantarse
y la muerte que nos alcance.
incendiémos el aire
dejémos nuestra sangre impregnada
en este ambiente regalado,
vámonos escupiéndo en la boca
de ese que grita su estúpida consigna.
Todo está hecho de cadáveres
en cada calle hay historias grotescas
de lentas muertas que se arrastran
al olvido, al helado limbo, a la nada.
En los páramos donde caminamos
nada se escapa de la codicia.
En cada uno de nuestros pasos
está cifrado el destino previamente decidido,
ya no por un demiurgo borroso,
si no por un conglomerado de manos,
que firman, calculan, computan
nuestras necesidades, nuestros gustos
nuestra afinidades y pasiones,
está decidida nuestra suerte
los altos y bajos
los mas altos ideales
los rapaces instintos
nuestra hambre y hora de levantarse
y la muerte que nos alcance.
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