Empezar perdiendo I

Claudicar en un intento de cercenar la apariencia, como si extirpar una imágen cambiara en algo el rotundo silencio con el que nos recibe el mundo cada mañana. Somos una plaga. Una inconsecuente especie de la que no quedará más memoria que nuestra tendencia a destruirnos sistemática, minuciosamente, desde dentro, desde atrás, desde siempre.
En en elevador, dos hombres presionan los botones que los acercaran a diferentes versiones de sus respectivos futuros; no saben y precisamente en su inocencia se resguarda su redención.
¿Como desactivar la programación genética, química, social incluso?
¿Hasta cuando soportará nuestro demiurgo esta patética actuación, donde nos empeñamos por ser, lo que sea que pensamos ser, mientras aniquilamos en el proceso todo vínculo, todo trazo que nos unía a una creación cada día mas ajena, cada día mas extraña?
Saben que el elevador los llevará al piso del edificio donde encontraran, piensan, soluciones a sus vicisitudes, a sus personales atollos. Se envuelven en la aparentemente simple cadena de eventos que restaurará el universo explicado que ellos, como el resto necesitamos.
El cumplir delicadamente nuestro rol de cima de la evolución, se ha desgastado, cada día cuesta más creer que esto, este tropezante simio olvidadizo que se ancaramó a fuerza de delirios y herramientas y ebria voluntad al límite de sus posibilidades, a la frontera de su capacidad, auténticamente ostente la bandera de la máxima creatura, el animal superior.
La esperanza es el último y fugaz ruido que hace el elevador antes de abrirse para permitir la salida del primer hombre, y el ligero tirón antes de continuar con su ascenso sacude un poco al segundo dentro aún de la caja. Nunca jamás se verán de nuevo, si es que acaso se vieron dentro del elevador.
El juego que perdió hace siglos su candor. La pantomima que desolla de manera civilizada nuestra experiencia. La obseción disecada que nos empuja a continúar la representación de una mala tragedia ante un público, que si existiera, se habría muerto de aburrimiento hace mucho...

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Che, buscá y lee a Caraco. Editorial sexto piso, sugieron Post Mortem para comenzar.

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