Either one

Inclinar la cabeza,
el gesto cotidiano
aunque la mirada
se clave indolente
justamente
donde duele.

Tengo un enemigo.
Y lo digo sin orgullo,
aunque claro
quién podría llamarse
pleno sin ser, vagamente
ligeramente odiado.

Tengo un enemigo
y en sus ojos muero
de mil terribles maneras
y veo casi mis muertes
brincar jubilosas en
sus córneas inflamadas.

Al pasar frente a mi,
se encoge ante mi risa
sus hombros se tensan
sus puños se crispan
y mientras hago
el preciso inventario
de sus reacciones
y juego con su ira
me maravillo:
¡En verdad me odia!

Digo, no es orgullo,claro
es más bien un azar interesante,
un tiro de dados diferente
en la gama monótona
en el insípido volver de los dias
puede llegar algo nuevo,
un tablón ensangrentado
una botella para destapar venas
la pistola finalmente utilizada
las manos fatigadas,
deshaciéndose
de un frío cuello.

Y será casi una lástima
que él o yo
nos quedemos
sin quien odiar.

Comments

te refieres al espejo? o realmente anda por ahí un maldito boliviano rompiéndote las pelotas, che?
abrazo
by the way, me encantó tu texto
Adrián Naranjo said…
Lo del espejo no está mal, me hubiera gustado llevarlo por ahí tambien. pero en este caso si hay un, más bien tirándole a hondureño que se está poniendo en una posición muy desagradable. Que no deja de ser interesante, como decia atras, ver hasta donde se llega. Es como un romance a la inversa. Je.
kstlab said…
y la sociedad lo sabe? o va en secreto?
Adrián Naranjo said…
No, no, es un odio ejemplar, de esos que se presumen a luz de día.

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