Diástole

Vengo de tus manos
vengo de la luz,
que se refleja en tu rostro
vengo del suave hábito
de evitar mi nombre
de recrear mi identidad
a la sombra de tu mirada
y ahora saber que sobre
tantas mentiras y la sangre
sobre el lenguaje de las serpientes
te alzas tú
y ya nada me faltará
nunca.

Hoy me quedo
hoy el café y el camel y la música
hoy la ardua tarea de desdoblar
desenmadejar, desterrar,
hoy pasar lo amargo, la distancia
hoy el frío.

Poco a poco
mis nieblas ceden
se aclara
un camino.
Espérame.

Comments

Miréia Anieva said…
Espérame.
El suspenso que mata de ansiedad.
Y mientras tanto, camel.

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