Después del vino tinto

De noche apagas la luz
y el desvelo se tiende a tus pasos

Encuentras diminutas estrellas
que encienden miradas.
Elegidas palabras que te atan
y sin embargo
eres libre, llana y etérea
alta en esperanzas
satisfecha y feliz:
No hay en verdad,
tierra bajo tus pies.

Sé que no alcanzaran mis manos
sé que encontrarte,
es un discreto milagro
que acariciaré por años
aún si no me acompañas.
En tu sonrisa
he refugiado pequeños instantes
en donde sabré ocultarme
para no extraviarme en tus ausencias.

Por ahora, resguárdame
elige cubrirme con la tranquila mano
con la que guías mis tardes
y deja que el sol de esta costa
impregne indeleblemente
tu sombra en mi piel.

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