Primer atisbo

Era un temblor en su mano.

Era la rabia pura, crispando sus puños.
Reclamaba atención,
toda ella era un rugido
era una furia.

Todos listos, apretados, juntos
ella salta a la primera fila, de frente al enemigo.
Ella tiembla, frenética se arroja al frente.

Quiere esto. Necesita esto.
Su primer golpe derribó a un hombre.
Pero derribaría mil.

Nada detendrá su paso. Ni a los que la siguen.
Era su urgencia, su brutal convicción,
la elocuencia y razón,
que nos hacía hervir el pecho
que no admitía desobediencia al comando:

adelante, adelante todos,
hasta que agotemos mil millas,
de un camino sembrado de enemigos.

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