Callejera

Sentada en la banqueta
la poesía se ve sucia
y hermosa, como nunca.

La primera luz,
la hace ver cenicienta,
huele a ginebra
tiene sangre seca
en las comisuras
y sonríe.

Se ha golpeado
con todo
con todos
y sonríe,
maldice bellamente y sonríe.

Ella olvidó
hace mucho su nombre,
olvidó sus domicilios
sus medidas, sus destinos.
Vive en cada calle y
con manos sucias, acaricia.

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