Carta a un espejo

No puedo quitarte
las canciones
los nombres
los poemas
y las horas que te dí.

Dártelos fue un instante
que como el resto
como todos
ya terminaron.

No puedo recuperar ayeres,
no puedo sentarme
en un domingo muerto,
a esperarte.

Se acabaron mis horas
en las tuyas.

Ahora es
como diluirse
como un constante
irse
con cada
segundo
irse
en cada ola
irse
en la caída de las hojas
en el compás
de un piano.

Irse siempre
en todo,
desprenderme de mi
en ti, que te disuelves
en días.

Ese que tendía
su mano
para alcanzarte
cualquier cosa,
se fue contigo.

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