Las salas
Aún encuentro restos de mí. Si dejo de poner atención y me concentro en cualquier otra cosa, en prácticamente cualquier parte me encuentro restos míos, de ese que fui, sin serlo. Es complicado por aburrido y viceversa. Lo cierto es que, no se puede andar por ahí, incompleto. Vuelvo lo más atrás posible y espero regresar más concreto.
Sé que estás sola
sé que apenas nos separan
una, o dos palabras.
Lo que entonces, no podía saber, era que yo también estaba solo y que lo iba a estar, aún en su compañía. Era muy pronto, muy antes y yo era presa de una pasión caníbal que me consumiría deliciosamente por años. Me volqué en ella, enteramente, me filtré como Dios me daba a entender en una vida que la incluyera, a cualquier costo.
Te miro desde la melancolía
de tantos octubres
entre tanto te espero
en una silenciosa sala de espera.
Tan inocente y enamorado, porque sencillamente, no se puede ser lo uno sin lo otro. El amor era una promesa y aún lo es. La diferencia estriba en que ahora lo entiendo en su justa dimensión y entonces, entonces la frase era aturdidora, rimbombante, tan romántica. Y ella, a ella ni siquiera puedo culparla. Mis palabras eran torrentes, eran cauces donde ella probablemente se extraviaba, entre extasiada, confundida y esperanzada. Esa combinación era peor aún que la mía.
Y después
tan después, ella ha continuado su viaje,ya no arrastrada, sino mecida en otros cauces, más adecuados, más propicios y estimulantes para la que es ahora, y quizás siempre fue.
Entre tanto
Sé que estoy
en la sala de espera
que nunca salí.
Sé que estás sola
sé que apenas nos separan
una, o dos palabras.
Lo que entonces, no podía saber, era que yo también estaba solo y que lo iba a estar, aún en su compañía. Era muy pronto, muy antes y yo era presa de una pasión caníbal que me consumiría deliciosamente por años. Me volqué en ella, enteramente, me filtré como Dios me daba a entender en una vida que la incluyera, a cualquier costo.
Te miro desde la melancolía
de tantos octubres
entre tanto te espero
en una silenciosa sala de espera.
Tan inocente y enamorado, porque sencillamente, no se puede ser lo uno sin lo otro. El amor era una promesa y aún lo es. La diferencia estriba en que ahora lo entiendo en su justa dimensión y entonces, entonces la frase era aturdidora, rimbombante, tan romántica. Y ella, a ella ni siquiera puedo culparla. Mis palabras eran torrentes, eran cauces donde ella probablemente se extraviaba, entre extasiada, confundida y esperanzada. Esa combinación era peor aún que la mía.
Y después
tan después, ella ha continuado su viaje,ya no arrastrada, sino mecida en otros cauces, más adecuados, más propicios y estimulantes para la que es ahora, y quizás siempre fue.
Entre tanto
Sé que estoy
en la sala de espera
que nunca salí.
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