Sin defensa
Dame el lastre de tu última hora; incendiémos el aire dejémos nuestra sangre impregnada en este ambiente regalado, vámonos escupiéndo en la boca de ese que grita su estúpida consigna. Todo está hecho de cadáveres en cada calle hay historias grotescas de lentas muertas que se arrastran al olvido, al helado limbo, a la nada. En los páramos donde caminamos nada se escapa de la codicia. En cada uno de nuestros pasos está cifrado el destino previamente decidido, ya no por un demiurgo borroso, si no por un conglomerado de manos, que firman, calculan, computan nuestras necesidades, nuestros gustos nuestra afinidades y pasiones, está decidida nuestra suerte los altos y bajos los mas altos ideales los rapaces instintos nuestra hambre y hora de levantarse y la muerte que nos alcance.