El afectado y sus destiempos

El desvelo sigue al afectado hasta casi media tarde.
Aún las más drásticas medidas no consiguen alejarlo.
(Piénsese en litros de café, cubetadas de agua, amenazas de bomba)
Se adhiere y deja sentir su superficie entumecedora irremediablemente.
Finalmente, tras horas de arrastrarse entre el escritorio y el baño (litros de café)
tras eludir hábilmente el enemigo sol y cabecear intermitentemente en cada conversación
comienza el afectado a sentirse despierto, las piernas rígidas, la mirada avisada
los brazos prestos, el ánimo dispuesto, casi infante se siente el afectado.
Acto seguido, alguien le da las buenas noches y lo deja ligeramente contrariado.
No queda más que recomendar paciencia y descanso, de alguna manera.

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