Temprano se acaba el café
Tenemos la confusión tan enraizada, tan bien programada en nuestro código, que nos resulta imposible ver sobre nuestra pequeña inteligencia, es sencillamente increíble que nuestra insignificante vida sea solamente un medio, por cierto reducidísimo, para fines que nos rebasan totalmente. Servimos a procesos, tan intrincados y tan ajenos, que ni siquiera podemos considerarlos reales. Flotamos a la deriva, suponiendo. Suponiendo y juzgando. Necesitamos la distracción y la ilusión de la importancia. ¿Que posible importancia puede tener tu opinión? Alguien, en un arranque infantil de petulancia y optimismo, dijo que no eramos nada. En verdad necesitamos medidas más exactas. Por ejemplo, el absurdo estado actual del mundo. ¿Alguien lo cree?