Cíclope
Tenemos menos que decir. Se agotan los tópicos y volvemos a producir voces que pensábamos agotadas. Regresamos y regresamos a los mismos caminos. Se hace tarde y amanece y leemos las mismas instrucciones para dar los mismos resultados. Tan fácil ver el cansancio en los ojos del interlocutor. Sabe que reciclas palabras, que respondes o inicias conversaciones fabricadas hace tanto y nos tenemos que perdonar, tenemos que evitar decir que eso ya lo habíamos hablado, con otras caras, en otros días. Es gratificante sentarse con alguien para no decir nada, para escuchar lo que ya casi no se escucha. Nuestra voz, nuestras palabras han contaminado todo y todo es una mancha que avanza sobre nuestra mirada, tenemos cada vez menos luz en los ojos y en las manos. Mentimos a veces para romper la sombra. Mentimos y llevamos la fantasía a niveles ridículos. Contamos una historia que no obedece al mandato de la realidad, del tiempo, del espacio. Hablamos y solo así nos escuchamos realmente,...