Cansancios

Llega a casa y arroja el maletín sobre el sofá, se dirige al comedor sabiendo que ahí estará ella con la cena lista. Al entrar, ella levanta la mirada de su celular y le manda un beso rápido, desde su lugar en la mesa.
Devuelve el beso y recorre la silla para sentarse, en ese segundo, recuerda algo:

Genaro está sentado a la mesa. Genaro no habla mucho, pero si observa, todo, todo el tiempo.

A papá le preocupaba entonces que Genaro no hablara aún.

A mamá no. Ella decía que Genaro hablaría cuando encontrara algo digno de pronunciarse. Hasta la fecha a Genaro, recordar esto le producía gran satisfacción.

Mamá está sentada frente a Genaro, ambos esperan a papá para comenzar a comer. Mamá sostiene su cabeza de lado con su mano derecha, apoyada en la mesa.

Genaro sabe que mamá está cansada, hizo tantas cosas hoy. Sólo Genaro sabe todo lo que hace mamá diariamente, él es testigo fiel y silencioso. Además mamá se lo recuerda siempre. Frecuentemente. Mamá se lo ha repetido prácticamente a diario  en sus casi 4 años de vida. Mamá hace tanto.

Mamá está observando a Genaro frente a ella. Quien sabe que cosas piensa mamá mientras mira a Genaro, como dormida con los ojos abiertos. De pronto, levanta la cabeza, introduce el dedo meñique derecho en su oreja derecha y comienza a sacudirlo. Genaro mira fascinado. Sacude su dedo rápidamente , en el interior de su oreja, se prolonga por unos segundos en esta, casi vibración en su oreja, unos segundos más aún y se detiene, estremeciéndose toda. Mamá se sacude entera felizmente frente a Genaro, con la sonrisa plena, los ojos cerrados.

Genaro mira boquiabierto:

¡A mamá, tan cansada siempre, le había dado una enorme sonrisa la acción de introducir su dedo en la oreja y sacudirlo rápido-rápido por unos segundos!

Ahora Genaro también sonríe fascinado, como mamá, le causa mucha alegría finalmente entender alguna de las cosas raras que hacen los adultos.

Por unos minutos, Genaro y su mamá se miran mutuamente con una sonrisa plena, provocada por causas diferentes.

Ahora, Genaro de 32 años termina de acomodarse a la mesa, después del flasback y comienza a levantar su meñique derecho

Julia, frente a él, deja su teléfono sobre la mesa y endereza su espalda, fue un día cansado, pero es bueno estar en casa a punto de cenar, Julia dirige su atención a Genaro justamente en el momento que comienza nuevamente a sacudirse la oreja frenéticamente. Se prolonga, se prolonga y de golpe deja de hacerlo, sonriendo como idiota.

-¿Cuando vas a dejar de hacer eso?
Pregunta Julia aburrida, cambiando su atención al plato.

-No sé
Contesta Genaro sonriendo campante y masticando el primer bocado.

Julia no había conocido a nadie que hiciera eso. Por lo menos no, entre su familia y amistades.

Papá nunca lo hizo, mamá menos, ninguno de sus hermanos. Ningún familiar, por lejano que fuera, se masturbaba así la oreja, Que asco.

Ninguna amiga, ningún ex novio. Por supuesto que ocasionalmente había visto a gente hacer eso, con desagrado en la calle, o a algún estudiante desconocido en la escuela. Batiendo el dedo en la oreja, como estúpidos.

No había ninguna razón real, sencillamente a Julia le desagradaba profundamente cualquier humano que tuviera esa compulsión.

Nunca había conocido a nadie; piensa Julia mientras mastica y lo observa a través de la mesa, que hiciera esa pendejada tan frecuentemente, como su maravilloso esposo.

Casi 2 años de casados y no hay día que no lo haga. Julia repasa rápidamente los eventos: la decisión de quedarse en casa cuidando al hijo mutuo, de casi 6 meses, el trabajo de medio tiempo de ella y el de tiempo completo de él, ambos por amor a su vocación, ya que en realidad no era necesario, en casa siempre había habido tranquilidad económica, lo que les había permitido varios viajes durante el noviazgo, muchas emociones y alegrías durante casi 4 años, antes que él le diera ese hermoso anillo en la terraza bañada de luz de luna, en la playa.

Julia no puede recordar si entonces lo había visto sacudirse así la oreja.

Continúa mirando a Genaro comer. Ahora que lo piensa, también hace un ruido desagradable mientras come.

A un costado de ella, en su pequeña sillita de bebé, Derek de 6 meses observa a mamá. Sabe que está cansada.


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