Carta a un espejo
No puedo quitarte las canciones los nombres los poemas y las horas que te dí. Dártelos fue un instante que como el resto como todos ya terminaron. No puedo recuperar ayeres, no puedo sentarme en un domingo muerto, a esperarte. Se acabaron mis horas en las tuyas. Ahora es como diluirse como un constante irse con cada segundo irse en cada ola irse en la caída de las hojas en el compás de un piano. Irse siempre en todo, desprenderme de mi en ti, que te disuelves en días. Ese que tendía su mano para alcanzarte cualquier cosa, se fue contigo.