Queriendo
Abajo, en la ciénega que recubre las noches  se escuchan las voces que disecan mis oídos,  en esta quietud viscosa de la madrugada  las palabras se deslizan suaves  entre el whiskey y las notas  que las desnudan.   Ven, habla tu también  habla de tus querellas con el sol  de tus palindromas y tus dogmas  de la seda en tus piernas  del oscuro grito que das  en mis brazos, en la certeza total  que no hay salida  no hay encierro  no hay necesidad de hacer  absolutamente nada,  salvo quizás  hablar.   Vivamos esta viscosidad tibia  sintamos el fuego caoba  que nos visita las entrañas  veamos las estrellas  vividas, miriáda de espejos sobre piel  muertas hace siglos  y brillando  maravillemonos con el terciopelo  de nuestras voces  de los animales sagrados que pronunciamos  que de pronto tienen vida propia  y van y vuelan o reptan y llevan y traen  esas cosas predilectas nuestras,  para mirarnos enternecidos cansados  encanecidos majestuosos  sabernos viejos enemigos finalmente  muriendo mi...