De no hallarse.
Afuera es el viento que llena los ojos de agua; soy un resultado obvio, una multiplicación a la inversa que no cesa, y sin embargo la tarde baja y yo me siento bien. Ahora sería demasiado complicado desandar algunos meses, desarticularlos y montarlos nuevamente para que adquirieran algun sentido, el que fuera. Francamente, a estas bajuras, me falta paciencia, por lo pronto me basta sentir, descubrirme sintiendo, estar bien, unos minutos. Y aclaro, no es que esté mal el resto del tiempo, si no más bien, no estoy. "No me hallo" decían las muchachas y nos doblabamos de la risa, y vengo a enterarme después que aquellas humildes filósofas me adelantaban tanto, ya entonces, desde su misteriosa simplicidad, habían encontrado su ausencia, su extravío involuntario y sabían entonces expresar con esa solapada angustia su profundísima declaración. Mientras descanso la frente en húmedo cristal, encuentro dulce esta reivindicación tardía, es bueno saberse suficientemente estúpido para enco...